InicioComercioTarifas y Valoración Aduanera en una Economía Digital

Tarifas y Valoración Aduanera en una Economía Digital

-

Ler em Português

Introducción

Como especialista en tarifas y en el Acuerdo de Valoración Aduanera de la Organización Mundial del Comercio (AVA-OMC), he pasado años estudiando cómo se determina el valor de las mercancías para el cálculo de los aranceles ad valorem. Por ello, cuando leí las noticias sobre las tarifas recíprocas de Trump, no pude evitar recordar la declaración de Arthur Levitt en 1923:

«Déjeme redactar el acto administrativo, y no me importa quién establezca las tasas de derechos».

El acto administrativo al que se refería Levitt era la valoración de las mercancías. La decisión de imponer aranceles más altos se presentó como una forma de proteger las industrias nacionales, repatriar empleos en la manufactura y reequilibrar los déficits comerciales. Sin embargo, el impacto real de estos aranceles, o de cualquier otro, depende de un factor crítico: el valor de las mercancías. En términos técnicos, el precio pagado o por pagar, ajustado conforme al Artículo 8 del AVA-OMC.

Valor: un objetivo en movimiento

Trabajando en la primera línea del comercio internacional, he observado cómo el valor de las mercancías es un objetivo en constante cambio, especialmente en la economía digital actual. El Acuerdo de Valoración Aduanera de la OMC, establecido durante la Ronda de Tokio del GATT en la década de 1970, se creó para estandarizar la forma en que se calculan los aranceles. El Artículo 8 del AVA-OMC aborda específicamente la inclusión de intangibles —como regalías, derechos de licencia y beneficios de reventa— en el valor aduanero.

Sin embargo, existe un problema: el acuerdo fue diseñado en una época en la que el comercio estaba dominado por bienes físicos. En la actualidad, su aplicación enfrenta dificultades para adaptarse a la realidad del mundo digital. Los bienes físicos están perdiendo valor. Y no me refiero únicamente a la inteligencia artificial (IA) incorporada en bienes o servicios, sino a la pérdida de valor convencional.

Tomemos como ejemplo un teléfono inteligente. Sus componentes físicos —pantalla, batería y carcasa— pueden representar solo una fracción de su valor total. El verdadero valor reside en los intangibles: la tecnología patentada, el software del sistema operativo, la marca y los datos que el dispositivo puede generar. Según el Artículo 8 del AVA-OMC, algunos de estos intangibles, como las regalías por tecnología patentada, deberían teóricamente incluirse en el valor aduanero. Pero en la práctica, las autoridades aduaneras encuentran grandes dificultades para cuantificar estos activos, especialmente cuando las regalías se consideran una condición de venta, un aspecto sumamente complejo.

¿Cómo asignar un valor monetario al atractivo global de una marca o a la capacidad de un dispositivo para generar datos? Las multinacionales suelen estructurar sus operaciones para minimizar la divulgación del valor de los intangibles, lo que dificulta aún más que las autoridades aduaneras capturen el valor económico real de estas mercancías. Como resultado, el valor aduanero declarado frecuentemente omite los intangibles, diluyendo el impacto de los aranceles ad valorem.

Esta desconexión en el comercio internacional, especialmente en la factura comercial que respalda la importación, tiene implicaciones profundas. Si un teléfono inteligente valorado en 1.000 dólares se declara en 500 dólares porque los intangibles fueron excluidos, un arancel del 10% solo generará 50 dólares en derechos en lugar de 100 dólares. En este contexto, los aranceles más altos de la administración Trump podrían no lograr el nivel de proteccionismo deseado. ¿O Estados Unidos también impondrá controles de precios y valores mínimos? ¿Se regresará al antiguo «libro negro» que dominaba los controles aduaneros en el pasado?

Los medios han explicado bien el tema de los aranceles y la posible guerra comercial, pero la cuestión es más compleja. No se trata solo de si los aranceles son altos o bajos, sino del tipo de mercancías y de si las herramientas de las aduanas para medir y gravarlas son adecuadas para el siglo XXI.

Consecuencias

La política arancelaria de EE.UU. nos brinda la oportunidad de observar cómo la digitalización está alterando el impacto de los aranceles. ¿Cuáles serán las principales consecuencias?

  1. Aumento de los procedimientos aduaneros: Con más mercancías sujetas a aranceles, las aduanas deberán realizar más verificaciones para confirmar el valor real de los derechos a pagar. Esto inevitablemente ralentizará los procesos de despacho, aumentará la burocracia y ejercerá mayor presión sobre los recursos humanos y tecnológicos.
  2. Nuevos desafíos para las multinacionales: Las empresas deberán enfrentarse a la interacción entre aranceles, IVA e impuestos internos. Dependiendo del sector, muchas deberán replantear sus estrategias para minimizar costos. La relación entre valoración aduanera y precios de transferencia se volverá aún más crítica en este nuevo escenario.

Conclusión

Los desafíos impuestos por los aranceles elevados son múltiples. Aunque la atención inmediata está en la protección de las industrias nacionales, las implicaciones más amplias —desde el aumento de la burocracia hasta posibles conflictos comerciales— no pueden ser ignoradas.

A medida que el valor continúa trasladándose de los bienes físicos a los activos intangibles, los formuladores de políticas deben repensar cómo se aplican los aranceles. Hasta entonces, el impacto real de estas medidas en el mediano y largo plazo seguirá siendo incierto.

El autor es Consejero del CARF (Consejo Administrativo de Recursos Fiscales), Doctor en Derecho del Comercio Internacional, Profesor, Especialista de la OMA y ex Oficial Técnico, así como ex Agregado Tributario y Aduanero.

ULTIMAS NOTICIAS