China y Estados Unidos firmaron este miércoles (15.01.2020) un acuerdo parcial para superar las disputas comerciales entre los dos países, pero los analistas consideran una tregua frágil después de meses de una crisis que sacudió la economía mundial.
El documento, denominado «acuerdo de primera etapa«, se firmó en una ceremonia en la Casa Blanca y es el resultado de un compromiso limitado entre Washington y Beijing, ya que ambos países temen las consecuencias económicas y financieras de una guerra prolongada. comercial
Según el acuerdo, China se compromete a importar un total de US$ 200 mil millones (180 mil millones de euros) en bienes estadounidenses, incluidos productos agrícolas, para reducir el déficit comercial entre los dos países.
Al mismo tiempo, Beijing se compromete a no manipular el valor de la moneda ni a proteger la propiedad intelectual de las empresas estadounidenses a cambio de una suspensión parcial de los derechos de aduana de Washington sobre los bienes importados de China.
Sin embargo, el acuerdo no anula la mayoría de los impuestos punitivos impuestos por los Estados Unidos sobre productos importados de China por un valor de 360 mil millones de dólares (323 mil millones de euros) y excluye reformas de gran alcance en el sistema económico chino, incluidas las subvenciones a las empresas nacionales, mientras los protege de la competencia externa.
De este modo, Estados Unidos mantendrá aranceles aduaneros adicionales del 25% sobre $ 250 mil millones (casi 225 mil millones de euros) de bienes importados de China y del 7,5% sobre otros $ 120 mil millones (casi 110 mil millones de euros).
También es poco probable que la firma del documento suspenda la rivalidad estratégica entre las dos potencias, que aumentó durante la presidencia de Donald Trump y se extendió a cuestiones de defensa y alta tecnología, incluidas las redes de telecomunicaciones de quinta generación (5G) o inteligencia. artificial
«La firma de esta tregua, si bien es bienvenida, no cambia la realidad de que los dos países están en posiciones cada vez más antagónicas«, señaló el analista del investigador Rand Corporation Ali Wyne, citado por el Financial Times.
«Washington considera que el repunte económico de Beijing es una amenaza para la seguridad del país y la de sus aliados y socios. Mientras tanto, Beijing considera la aceleración de la innovación local y la apertura de mercados de exportación alternativos como clave«, dijo.
En la agenda está el plan «Hecho en China 2025», cuyo objetivo es convertir a las empresas estatales chinas en poderes tecnológicos con capacidades en sectores de alto valor agregado como inteligencia artificial, energía renovable, robótica y automóviles eléctricos. Washington cree que el plan viola los compromisos de Beijing de abrir el mercado.
El gobierno chino quiere una eliminación más rápida de los derechos de aduana después del acuerdo, pero la administración estadounidense se ha resistido en un intento de garantizar que China cumpla con sus compromisos. Trump sugirió que se dejara una segunda fase de negociaciones después de las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre de 2020.
En vísperas de la firma del acuerdo, el Departamento del Tesoro de EE. UU. retiró la designación de China como país manipulador de divisas, implementado cuando aumentaron las tensiones en agosto pasado.
El anuncio se hizo justo cuando el viceprimer ministro chino, Liu He, aterrizó en Washington.
Los funcionarios estadounidenses también han cambiado la retórica sobre China a un tono más conciliador.
Al negociar el acuerdo con China, Robert Lighthizer, dijo en una entrevista que el objetivo no es desacoplar las dos economías, sino reescribir «las reglas» para que funcionen para ambos países.
«La gente puede hablar tranquilamente, no me molestan. Creo que el presidente tiene una visión. Nos hizo trabajar duro y dimos un gran paso«, dijo.
Fuente: Reuters
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